>>-----Mensaje original-----
>>De: ernestin@foultolove.yes
>>Enviado el: viernes, 3 de febrero de 2006 20:41
>>Para: Keadon
>>Asunto: PARA TU BUEN GOBIERNO
>>
>>Se que han puesto precio a tu bigote. Ándate al loro por las noches en el campo base. Me han dicho
>>que parecerá un accidente...
>>Una chivata que te quiere.
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-----Mensaje original-----
De: keadon@demetrinco.los
Enviado el: lunes, 19 de junio de 2006 05:06
Para: ernestin@foultolove.yes
Asunto: Fw. PARA TU BUEN GOBIERNO
Hostias Ernestina !!!!!!!!¿Quien te ha dado el cante? ¿Cómo me has localizado? Tú, una loca de la vida. Mucho tiempo sin saber de ti.
¿Recuerdas aquel último finde en Riglos? Yo sí. Tu body brillante de sudor en las axilas, estirando los brazos para pillar aquel bolo lleno de guano, tus dedos gordos como pollas coger el buitre que estaba parado encima por el pescuezo, susurrándole cosas bonitas, y retorcérselo. Que vías más guapas en la Visera!!! Mecagüensós, tú sí que me pones recto y sacas lo mejor de mi escalando. Ni "chaty factor" ni hostias.
Luego por la noche dentro la fregoneta -sin guano en las manos- nos hicimos una ensalada de lentejas, datura, tomate y ajos. De segundo, el buitre a la cazuela, según la receta que nos había pasado la vieja del Royo, el del bar. Slurrrrpps, riquísimo.Las plumas, el pico, las garras y demás despojos los echamos en el cubo de la basura del refu. Con un poco de suerte los del Seprona, el Grinpis o no sé quien los acusaría de matar especies protegidas para cocinar. Ah! y el somontano que nos puso del revés -qué cosas tiene el vino- y anduvimos perdidos más de una hora por dentro la furgo buscando la puerta para salir a mear.
Mi vida es otra desde que entalegaron a aquellos tres hijosdeputa juligans ingleses superbolingas que me partieron las dos piernas y el bazo, por decirles que los acantilados esos de yeso que tienen son una mierda y que el Chris Bonnington es un nenaza, tengo que ir muy al loro.
El seguro de la Federación no me pagó un trabajito fino en la Corporación Dermoestética pero si un juego de caretas de látex, me las voy cambiando según mercado y me hago llamar Iker, Gálvez, Ramonet o Juanito... (se me ha descojonado una con la que me hacía pasar por guiri y llamar Ián-Cristoff).
La historia es que los cabrones, firmando BMC, me mandaban cartas bomba anónimas a casa. Mi vieja que se enteró por el cartero se acojonó y me ofreció patearse todas las acciones del tanatorio privado que le dejó su último marido. ¡Mil millones -pero de pelas- que le daban! “nos mudamos a Pekín hijo, que allí hay mucha peña y no nos encontrarán”.
Yo, francamente, no me veía en la plaza de Tiannamen con una careta de látex de Chu-Lin y la pasma deteniéndome por ponerme delante un tanque, sin saber chino mandarín ni enterarme de ná.
Total, que un día que llevaba la careta de Gálvez me encontré en la barra del Riviera al D. del Desanivel, más taja que un cura después de cantar diez misas en una mañana, me ofreció una corresponsalía en Ulan Bator y tras fijar mi alias y las prebendas del cargo, acepté. Pensaba que por allí no tendría que llevar todo el día la puta careta de látex, que ya me estaban saliendo muchos forúnculos de pus y sarpullidos. El jodío me dijo que el clima aquel le iría bien a mi jeta, algo raro debió ver en los churretones que me bajaban por el cuello pa bajo.
Como que D. es un tío muy castizo y tiene buena mano pa las alturas, la ONG Aduaneros Sin Fronteras me hizo pasar por uno de los suyos y en cuatro días tenía todos los trámites ok. Para el viaje estrené un careto nuevo, mi nombre era Quintana y no tenía mala pinta. Parecía un gordito dicharachero y simpático.
Al llegar a U.B. me esperaba el machaca saliente, un tirolés que perdía más plumas por el cuello de la chupa que un eider. Me dio las coordenadas GPS de mi primer curro, una expedición gaditana al Sutay Uul de 4.090 mts. Tres moñigones enrollaos de Barbate dijo y se dio el bote el tipo.
Es una montaña perdida de la cordillera del Altai, una cuesta de vacas, no entendí muy bien las explicaciones de qué coño hacían allí los andaluces...
Cuatro días después, un caballito panzudo me tiró al suelo por veintiseisava vez, estaba en el puto campo base de los de Zahara de los Atunes, una pedanía de Barbate. El puto medio de un jodido glaciar –diría un anglo- y era la jodida verdad. Habían muchas trincheras y dijeron que no eran de ninguna guerra sino pozos de una explotación de tungsteno abandonada (uno de ellos lo usaban como letrina).
Mi estancia aquí era un secreto, sólo un coleguita -lo conocí donde el Manonegra- currante del Ryanseahir que me consiguió el pasaje “loucost” (parece una marca de tabaco marroquí), sabía a donde me piré.
Bueno... también lo sabían: el D, una azafata ucraniana de Aeroflot muy “comprensiva”, el tirolés de las plumas, unos cienes de indígenas aborígenes, un cocinero, un oficial de (des)enlace, dos docenas de yaks, los tres pedazos de Atún (no quisieron informarme de su gentilicio) y ahora tu y tu paloma mensajera. La paloma, pobre, se metió en la cazuela sin percatarse de qué pasaba.
Ahora voy ligando la peli. La primera tarde el cocinero con la excusa de estar pedo hizo pasar a todos los yaks por encima mi tienda mientras menda echaba la siesta.
Por la noche, mientras meaba antes de empiltrarme, fue del canto de un duro que no voy al fondo de un pozo de esos de tungsteno, nunca hubiera salido son tela de hondos. Como que estaba hasta el culo de airag (es la bebida nacional, hecha de leche de yegua fermentada) no le di importancia. Por la mañana al despertar me dolía el cogote y no era resaca, alguien me había atizado una colleja para tirarme al pozo... Ya me estaba mosqueando.
Como traía una docena de caretas de recambio decidí que las iría cambiando cada pocas horas, así nunca sabrían quien era y/o si yo estaba allí o no. El oficial de (des)enlace picó enseguida, me puse una de Genghis Khan y lo mandé a tomar por culo de lejos con ordenes de no volver si no traía un cajón de voll-damm. Ya no lo vimos más. Se intuía que los yaks no lo acababan de ver claro pero callaban.
A los cuatro días los Pescaíllas y el cocinero ya se estaban recochineando cantidad a mi costa y tuve que admitir –p’a mis p’adentros- que la idea quizá no era tan brillante, por lo visto me reconocían por el cogote –todavía lo tenía morao de la hostia que me habían dao- y los atentados se sucedían.
Empecé a cavilar un modo de pirarme de allí. No podía enviar sms ni emilios, pero podía ser muy cabrón.
Aquella tarde, hasta el culo de ”Tio Pepe”, decidieron que ya era hora de subir aquel montón de nieve sucia, al día siguiente lo harían.
Durante la cena le eché un cacho de boñiga de yak en el papeo al más moña de los tres. A las seis de la mañana todavía echaba las papas como un poseso y no salió del saco. Me aseguré de que los otros dos no entendieran nada de las instrucciones que les daba el cocinero. A media mañana el mongol estaba taja a base de Tio Pepe y se puso a zurrar a la Atunera que se defendía con el bolso y las uñas. Los dejé que se pusieran a caldo. Al rato estaban los dos en el suelo abrazados. Tenía a dos fuera de combate y a dos de paseo y seguía sin saber como largarme.
Estaba tan cabreao que eché al fuego toda la mierda seca de yak que teníamos en el C.B., hubo una explosión de gas metano y se me chamuscó el bigote, mecagüenlapus.
Vacié el garito de los andaluces y todo, todito, todo, fue al fuego, todo: menos la pasta y las joyas de oro que los maricones traían a porrillo, encontré un carnet de uno de los pescaíllas de un BMC (Barbate Moñigonas Cariñosas) hermanado hasta la muerte (textual) con otro BMC (Brain Musculoskeletal Calcine), hubo un portazo en mi masa encefálica y se hizo la luz: el cabrón del D. me había enviado al fin del mundo para que me quedara en él.
¿Porqué? ¿Los juligans me tenían localizado? ¿Realmente D. estaba al loro del tema? ¿Cual era la conexión entre los BMC? ¿Soportará D. ver como le pego fuego a la redacción y cocerse en su tinta sin cantar?
La venganza será chunga.
La suerte sonrie a los audaces. Seis horas después aparecía un ciclista blanco perdido, el lázaro había visto el humo y se había acercado. Dijo llamarse Fabio Lois, me contó que tenía amebas y que se iba por las patas p’abajo. Puta madre -le dije mientras se me escapaba la risa- ¡que casualidad, creo que tenemos conocidos comunes!.
Lo cierto es que no era él, o sea que no era el Fabio, porque, mire usted que casualidad, al auténtico F.L. hace más de veinte años que lo conozco. Deduje que el lázaro le había sirlado la bici, la papela y todo lo demás en algún lugar de La Mancha.
Intenté embolingarlo con alcohol de 96º con el rollo de que eso le mataría los protozoos, pero el cabrón tenía un saque que no veas. Al final conseguí sacarmelo de encima al pillarlo cagando en el pozo, le dí una coz en el hocico y lo mandé al fondo de la tierra. El Fabio agradecerá la venganza cuando se lo cuente.
Saltando de alegría, pille a los otros dos que estaban hechos un ecce homo y los tiré al mismo pozo. Luego, y me costó un huevo, conseguí tirar a un yak al pozo de marras.
Seguro del K.O. técnico, trinqué la bici del Fabio y me abrí hacia la frontera china. Con un poco de suerte, si sacan los fiambres del pozo creerán que el cadáver del lázaro es el mio y no me buscarán... de momento.
Ahora estoy en...... pos no te lo voy a decir, te escribo esta historia pa que lo sepas todo y que si no vuelvo en tres meses pues lo cuelgas en el blog de mi hermano.
Keadon
jueves, noviembre 16
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2 comentarios:
Hermano...sólo te pido que tengas a bien enviarme un día de estos un poco de "eso " que te has fumado...o bebido... !!!!!
Por Dios... No serás el "negro" que firmaba las novelas como Marcial Lafuente Estefania... NOOOOOOOOO...?????
:-)))))))))))))))))))))))
Pekas,
El estofado de buitre con datura causa sus estragos... hoy empiezan a pasarse los efectos. El fumarse unas boñigas también tiene lo suyo de narcotizante.
No lo volveré a probar (el estofado) hasta que las ranas crien pelo en los sobaquillos. Lo juro.
De esta guisa: vizco y con pedorreta fui capaz de escalar a pelo la Norte del Puro y destrepar la normal hasta el collado. Casi me cuesta el divorcio, la parienta estaba segura que moriría...
Bueno. Son cosas de majaras.
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